España es uno de los países europeos donde más baratos están los medicamentos. Así es que, cuando hay un problema de escasez de algún medicamento, la empresa fabricante prefiere venderlo allá donde se lo compren a un precio mayor, de manera que solemos ser siempre los últimos en recibirlo. Esto no ocurre solamente con el Dogmatil, sino también con otros muchos ejemplos como el de la famosa vacuna contra el meningococo B, el Bexsero.
Entonces, ¿nos hemos quedado sin Dogmatil hasta nuevo aviso?
Antes de extendernos más, empecemos por saber en qué consiste el Dogmatil. El principio activo de este medicamento, es decir, la sustancia que ejerce el efecto farmacológico, es la sulpirida. Dicho fármaco neuroléptico se utiliza sobre todo en el tratamiento del vértigo causado por problemas en el oído interno y de algunas clases de depresión. Por tanto, el Dogmatil, que tiene un nombre de fantasía, es un producto que podríamos clasificar como "de marca". Existen otros laboratorios que fabrican medicamentos a base de sulpirida cuya composición es la misma, aunque los comercializan como genérico (sin nombre de fantasía).
La sustitución de especialidades farmacéuticas por medicamentos genéricos está permitida; es más, los sistemas de salud de las comunidades autónomas españolas promueven el uso de genéricos sobre el de las especialidades. Por tanto, si el médico te ha recetado Dogmatil, en la farmacia te ofrecerán sulpirida, que es exactamente lo mismo, sirve para lo mismo, y tiene el mismo precio.
Que no cunda el pánico, sigue habiendo tratamiento. Eso sí, bajo prescripción médica.
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